Una vez más Isabel se presta de maravillosa modelo para un retrato a contraluz.
Desde mi punto de vista muchas veces no es tan importante la calidad de la fotografía, ni los megapixels, ni tan siquiera el formato o encuadre, lo importante es lo que transmite, saber captar ese momento e inmortalizarlo.
Los contraluces de otoño además tienen ese algo mágico de una luz que se apaga y forma esos colores y tonos verdes y rojizos. También tienen mucho de las fotografías de los años 70 con aquellas maravillosas máquinas analógicas.
Siempre digo a mis alumnos/as que la única fotografía mala (de verdad) es aquella que no se ha hecho. Todas las demás no valdrán, incluso para mejorar la siguiente que saquemos.
Gracias Isabel por posar con tanta paciencia 😉