Uno de los personajes que mas llama mi atención cuando voy al PIN (Parque Infantil de Navidad) es el conocido por mi como «el maquinista».
Su labor consiste en apretar un botón cada cinco minutos. Ni uno más ni uno menos. Cuando el maquinista aprieta el botón algo mágico ocurre. Las máquinas, en este caso, una en forma de gran «revolvedor de niños», empiezan a funcionar.
Entonces los niños y niñas empiezan a dar vueltas mientras el parece estar en otra dimensión, que ni le va ni le viene lo que allí pasa ya que el solo tiene en mente apretar el botón para apagar y para encender cada exactamente cinco minutos, ni uno más ni uno menos.
Algunas máquinas dan vueltas como una lavadora gigante, otras simplemente vibran, otras sirven para que los niños se agiten sin parar. Luego están las máquinas de carruseles, que pueden ser caballitos o coches de carreras (incluso de cerdos empujando carretillas como muestro en un post anterior).
Una vez recuerdo que vi a uno de ellos parar la máquina y desalojar a unos malcriados niños que se habían saltado la norma de no saltar, pero es algo extraño ya que estas personas parecen siempre ausentes.
Su entrenamiento le ha enseñado que si para la máquina entonces deberá volver a empezar los cinco minutos y eso no es bueno para el negocio.